martes, 15 de julio de 2014

Céret de Toros 2014 (I)

  Inmejorables días los que hemos pasado en Céret, una vez más, en compañía de amigos y aficionados enamorados de la fiesta de toros, taurófilos empedernidos. Esperado reencuentro con el público torista de esta coqueta plaza privilegiadamente ubicada en las estribaciones del Pirineo Oriental. Una afición, la francesa, equilibrada en sus juicios, versada en Tauromaquia, en todos y cada una de los vericuetos de la lidia, en busca siempre de la autenticidad y la verdad dentro del máximo respeto al toro y al torero, protagonistas con los que suele portarse con gratitud y generosidad. Un coso repleto de aficionados prácticamente en su totalidad, durante todo el ciclo, caso desconocido en esta piel de toro llamada España. A buen seguro que impone gran respeto a los coletas por la intolerancia más severa ante la impostura, y es que una plaza de aficionados no admite trampa ni cartón. Podría decirse, con permiso de José, que Céret es El Puerto de Santa María del siglo XXI: Quien no haya visto toros en Céret, no sabe lo que es un día de toros. Y así quedaría resumida la idiosincrasia de esta plaza.

  Los carteles, "tan grises", al final resultaron satisfactorios y acabamos viendo toda la gama de comportamientos del toro Saltillo - Santa Coloma - Albaserrada. Tanto es así que incluso se nos apareció la Santísima Trinidad y vimos un toro de bandera, de nombre Monerías, herrado con el número 6 y el guarismo 9, perteneciente a la torada de Adolfo Martín Andrés. Un toro bravo.

  En el plano negativo tenemos dos quejas para la ADAC. Los corrales de la plaza y las cristaleras que hacían posible ver las corridas del serial, otrora abiertas a todo aquel que quisiera arrimarse, no estaban accesibles. La transparencia en la exposición del producto, además de los ratos de tertulia haciendo cábalas, admirando la belleza sin par del toro de lidia, se han perdido. Desconozco si definitivamente o debido a las obras que se están llevando a cabo en los corrales. Por otra parte, la cuadra de caballos contratada, de Caballos Navarro, no ha dado la talla. Nos hemos acercado peligrosamente al pestilente tercio de varas made in spain en el que los caballos parecen elefantes de la India, verdaderas moles que desequilibran la pelea y se mueven caprichosa y costosamente. Hubo agradables excepciones cuando había verdaderos caballistas a lomos de los Navarro, pero la tónica general no llega al aprobado. Desconozco los problemas existentes con Bonijol, el caso es que el aficionado ha perdido dos señas de identidad de Céret, como son la transparencia del ganado anunciado y los caballos ligeros, domados a la perfección, que realzan la belleza del tercio de varas. Espero que la ADAC tome buena nota y corrija cuanto antes estos fallos.



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