domingo, 18 de agosto de 2013

Bravura en Cenicientos

Garbancero, 2º de la tarde, observa al montado con fijeza
 
  Se albergaban expectativas y mucha ilusión por ver cómo se comportaban los toros de Juan Luis Fraile, la herencia de aquel ganadero remoto y excepcional llamado Graciliano Pérez-Tabernero, pero nadie, ni los más optimistas del lugar hubieran sido capaces de predecir una tarde de toros como la vivida ayer en Cenicientos. Dos ejemplares desentonaron por falta de trapío, primero y tercero, y dos sobresalieron por su belleza y seriedad, segundo y quinto, no obstante el comportamiento fue homogéneo en todos ellos y se puede calificar, sin exageración ninguna y con todo el orgullo que supone para un aficionado a toros, de bravo, auténticamente bravos.
 
  Y es que llegaron hasta los burladeros y levantaron astillas, se arrancaron al caballo galopando sin que éstos hicieran nada por citarlos, siempre fijos en los montados; empujaron hasta ponerlos contra las tablas, y algunos, como el quinto, romanearon poniendo el jaco por los aires y el corazón en un puño a los aficionados allí presentes. Recibieron un castigo infame, se hicieron sangrías despiadadas pero se vinieron arriba en banderillas, y a pesar de todas estas perrerías y unas lidias trapaceras, con numerosos enganchones en el percal y multitud de pasadas en falso en banderillas, sacaron embestidas codiciosas en la muleta, nobles y humilladas. Todos con mucha personalidad y las complicaciones propias del Santa Coloma que se mete por los huecos en cuanto los encuentra o se vuelve demasiado pegajoso si no hay una muleta mandona. Boca cerrada y dureza de patas a la muerte. De un comportamiento verdaderamente serio y bravo, ese tipo de corridas que raramente vemos. Hasta tal punto, que de haber sido lidiados en Madrid, ante el grueso de la afición, si por un casual se encuentran con un torero capaz de exprimir la bravura que llevaban dentro con un mínimo de torería y majeza, hablamos de una tarde histórica, de las que pasan a los anales del toreo, y un torero convertido de inmediato en figura de época. No tengo la más mínima duda.  
 
  La terna no merece comentario, sólo cabe respetar a unos hombres que de estar en sus correspondientes quehaceres, alejados del toro, de repente se encuentran con una corrida de tamaña exigencia.
 
  Garbancito, Garbancero, Jaquetón, Jaquetón II, Caño y Cañerito. Enhorabuena, ganaderos.

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