martes, 23 de julio de 2013

Una bronca en Zaragoza

  De lo ocurrido en Zaragoza, con ocasión del último espectáculo taurino de la temporada de 1901, decía la Prensa de la capital aragonesa:
 
   "La fiesta taurina de ayer dio margen a la última bronca y a un escándalo que llegó a trascender fuera del circo taurino, siendo precisa la intervención de las autoridades y de la fuerza pública. Anunciaba el cartel la muerte de seis reses de Carreros. Habían fenecido tres y una volvió al corral, cuando se dio suelta a la quinta, que era de Constancio Martínez y no de Carreros. El público protestó semejante cambio y el Presidente dispuso salieran los cabestros.
  Se da suelta luego a otra res de igual procedencia y la bronca aumenta, llenándose el ruedo de espectadores. El animalito volvió al corral y aparece en el ruedo otra que torean los protestantes, retirándose la cuadrilla. Después otro, otro y otro. La bronca continuaba en aumento y aquí llegó a su período álgido; comenzaron a caer al anillo tableros de la barrera, puertas de la contrabarrera y tabloncillos de grada, en donde ya ardían hogueras de papel.
 
  La res, sujeta por el público, fue sacrificada sobre la candente arena y arrastrada después puertas afuera de la Plaza hasta la calle de la Escopetería. Querían unos llevarla al paseo de la Independencia, y a instancias de otros se intentó meterla en el Hospicio; pero aquí cerraron las puertas y luego se apoderó de la res la Guardia Civil, no logrando los amotinados sus deseos.
  Parejas de la benemérita custodiaron el animal muerto, hasta que llegó  un carro y lo condujo a la Plaza. Entonces se oyeron voces de: ¡A casa del empresario! ¡Al circo! ¡A Pignatelli!, y con dirección al domicilio del primero marcharon los revoltosos.
  Situáronse los que formaban uno de los grupos frente a la casa donde habita el Empresario, la que apedrearon con furor, haciendo añicos el cristal de color que sirve de letrero a la Administración de loterías, propiedad de dicho señor, y varios cristales más de los balcones del estresuelo. Los del grupo cogieron un cartel anunciador de las funciones teatrales que habían de celebrarse en los coliseos de que el Sr. Lapuente también es empresario y le pegaron fuego. Entretanto, otro grupo que habíase dirigido al teatro circo, apedreó éste, rompiendo las dos bombas de los arcos voltaicos que alumbraban la entrada del coliseo y todos los cristales, proponiéndose invadir a viva fuerza la sala; pero acudieron las autoridades, que consiguieron reprimir el tumulto.
  Cuando en esto estaban, un guardia municipal llegó precipitadamente a dar parte que en el teatro Pignatelli otro grupo estaba apedreándolo. Dirigiéronse allí las autoridades, cesando los grupos en su actitud al verlas. Habían roto a pedradas los faroles de los soportales, los arcos voltaicos y la taquilla, e intentaron violentar las puertas del teatro, valiéndose de gruesas piedras y palos; pero aquellas no cedieron.
 
  El alcalde preguntó a los grupos si querían que la res sacada de la Plaza fuese para La Caridad. Respondieron todos afirmativamente, aplaudiendo la proposición. El Gobernador prometió que así se haría, imponiendo además a la Empresa un severo castigo, aconsejando a los grupos que se disolviesen, una vez que la autoridad prometía seriamente que en lo sucesivo cuantos abusos tratara de cometer la Empresa serían reprimidos.
 
  Además de los sucesos reseñados y llevados a cabo para vengar los atropellos que venía cometiendo el empresario Sr. Lapuente, ocurrieron otros muy significativos de protesta, frente a la Administración de loterías del Sr. Bernal, coempresario de la Plaza. Los grupos arrancaron la anaquelería de cristales, el rótulo y un cartel anunciador, prendiéndoles fuego, y arrojaron piedras a los balcones de la casa."
 
  Ahora cuatro líneas por nuestra cuenta, decía un acreditado periódico taurino de Zaragoza: "Lo que ayer sucedió, más que por la importancia de la infracción en sí, es consecuencia lógica de los muchos abusos cometidos por la Empresa, abusos uno y otro día por nosotros censurados sin ser oídos. Llegó el Pilar; la Empresa se creyó con derecho a jugar con fuego, soltando toros de desecho, y pasaron. Siguió el abuso en crescendo en cada función, llegando su avilantez a soltar un bicho en la famosa novillada de saldo. Como eso también pasó sin que el público protestara, creyose la Empresa con derecho a perderle ayer el respeto, hasta el punto de no anunciarle el cambio de una de las reses. La Presidencia, hay que reconocer que no supo o no quiso cumplir con su deber. La cosa no tiene vuelta de hoja: ¿no se cumple en todas sus partes el cartel, único contrato que la Empresa hace con el público? Pues devuélvase el dinero, que eso era lo que el público pedía, porque a ello tenía perfectísimo derecho. No quiso hacerse así, y el público se tomó la justicia por su mano, excediéndose en su revancha, pero... justificada en parte, cuando las autoridades consienten se le atropelle".
 
Del Doctrinal Taurómaco de "Hache".
 

jueves, 18 de julio de 2013

Céret de Toros. José Escolar

  Terminaba el miniciclo francés con la corrida de José Escolar, triunfadora en Céret los dos o tres últimos años. Los días previos al festejo, se habló mucho de la presencia del encierro, la corrida se exhibía en los corrales de la plaza y, claramente, se veían dos o tres sardinillas. Los rumores decían que vino un camión a última hora con un par de toros, los cuales tampoco convencieron a la exigente afición francesa. Todo apunta a que el ganadero ya había exprimido la cabeza de camada en todas esas plazas de España y Francia donde había lidiado anteriormente, y es que los toros abulenses de José Escolar son muy demandados por los aficionados de todo el orbe taurino, ansiosos por ver la autenticidad del toro de siempre, ese que legitima y da sentido a este tinglado que llamamos Fiesta de los Toros.  
  Finalmente se confirmaron las sospechas y vimos un encierro desigual, los tres primeros justos, muy justos, el resto cuajados, serios, eso sí, sin mucho desarrollo de armas. El primero llevaba una cornada en la paletilla izquierda y fue devuelto, así como el sexto, que blandeó de salida, aunque Matías -que también presidió esta corrida- se apresuró con el pañuelo verde y debió esperar a ver cómo evolucionaba. El primer sobrero fue de Escolar y el segundo de Fidel San Román (antes de este último fue devuelto otro por inválido, también de Fidel San Román).
 
  Los toros de José Escolar, al contrario de lo que sucede con otras divisas que admiten todo tipo de terrenos, lidias, enganchones y marrullerías varias... aprenden, desarrollan sentido y se ponen ásperos cuando los de a pie no hacen las cosas como conviene, es decir, son toros en el más puro sentido de la palabra. Fernando Robleño mata toda la camada de Escolar y lo sabe mejor que nadie, su cuadrilla está prevenida, sabe lidiar, y él sabe hacerlos, consentirlos y exprimir todo lo que llevan dentro. Salió triunfador cortando una oreja del cuarto tras una faena de muchos quilates. 
  No sucedió así con Fernando Cruz, él y su cuadrilla llenaron el ruedo de pánico y anduvo a la deriva toda la tarde. El torero madrileño aún no ha recuperado el sitio que le quitó un toro de Gavira.
  Rubén Pinar se limitó a hacer lo mismo que en una plaza de pueblo de su tierra allá en La Mancha, esto es, pedir el cambio en varas rápidamente, prolongar las faenas de muleta hasta el infinito y salir a saludar o dar la vuelta al ruedo a la que se oye el zumbido de una mosca.





  El primero bis, un toro ligero y cornicorto de nombre Capitán, tomó tres varas con casta de Juan Alfonso Doblado, arrancándose al galope antes de escarbar y olisquear la arena. Robleño lo había parado en el saludo capotero, lo colocó bien en varas y cuajó una faena inteligente por el derecho, sacando muletazos de mucho mérito. Capitán se creció en la muleta, cazaba moscas por el izquierdo y se revolvía como un gato en los remates de pecho, así que Robleño jugó muy bien las bazas que le quedaban, quitándoselo de en medio de una estocada corta y una gran estocada rinconera. Palmas para ambos.
 



  El segundo, Castellano II, sin hacer un mal gesto en toda la lidia, sembró el pánico en el ruedo y recibió tres puyazos de muerte, con un tres en uno en el primero y una carioca en el segundo encuentro por parte de Rafael Saúco. La cuadrilla pareó mal y a toda prisa, y Fernando Cruz no hizo más que pajarear antes de tumbarlo de un bajonazo precedido de un pinchazo. Aplausos para el toro.



 

  El tercero estaba haciendo una buena pelea en los dos primeros puyazos que cogió de Agustín Moreno, quien hizo muy bien la suerte, pero incomprensiblemente Rubén Pinar pidió el cambió y Matías lo concedió. Se protestó por ello, y Rubén Pinar hizo una faena vulgar basada en la nobleza del pitón derecho del toro. Pinchó y dejó una estocada en la cruz. Aplausos para el toro y vuelta al ruedo para Pinar sin que nadie la pidiera.





Camorrista fue un señor toro, muy serio de hechuras y juego, sin duda uno de los toros de la feria. Tan solo entró dos veces en la jurisdicción del picador, siendo castigado muy trasero y sacado por las cuadrillas rápidamente, con buen criterio. Aquí también echamos en falta, al menos, un tercer puyazo que esclareciera la verdadera bravura de Camorrista. Se le dio buen trato en banderillas y Ecijano II saludó una ovación. El toro presentaba todas las complicaciones del encaste en la muleta, si bien era agradecido en la sabia muleta de Robleño, que estaba haciendo una faena brillante hasta que se echó la muleta a la mano izquierda por segunda vez, cuando parecía que no lo iba a intentar más, después de una tanda al natural en la que el toro protestó muchísimo. Fue en ese momento cuando vimos los mejores lances del fin de semana, nadie en la plaza lo esperaba, Robleño se acercó al toro y pegó cuatro o cinco naturales tremendos, soberbios, de esos que permanecen indelebles en la memoria del aficionado. Fue como una alucinación: naturalidad, verticalidad, medio pecho, compás abierto, pata alante, bragueta y mano baja. Los tendidos se llenaron de emoción y sonrisas; el toreo. Media estocada en la yema entrando derecho y un golpe de descabello le valieron con creces una oreja. Camorrista fue ovacionado y Robleño paseó la oreja entre vítores, demostrando una vez más porqué  es el ídolo en una plaza tan seria y exigente como Céret.
 





  El segundo de Fernando Cruz fue otro toro maltratado en varas con dos cariocas, ante la pasividad del matador, quien se confió después de unos templados muletazos de inicio y sufrió un revolcón en la primera tanda, aparentemente sin consecuencias graves. Después pudo dejar dos tandas de derechazos aseadas, pasaportándolo de un pinchazo y media en buen sitio. Cuidadoso quedó inédito.
 



 
  En la foto superior vemos el toro de Escolar devuelto por su presunta invalidez, de nombre Corredor II. Finalmente se lidió el ejemplar que vemos sobre estas líneas, un toro voluminoso de Fidel San Román, feo de cara. Cumplió en tres encuentros con la caballería y no paró de embestir en la muleta de Rubén Pinar, por ambos lados. La faena no caló en los tendidos, seguramente por el estilo anodino y periférico del diestro. Estocada en buen sitio y saludos, nuevamente por su cuenta, con ademán de vuelta al ruedo que no llegó a producirse.

miércoles, 17 de julio de 2013

Céret de Toros. Palha

 Para el domingo por la mañana llegaron los Palha, nombre con mucha historia en la Fiesta que, al ser mentado, no deja indiferente a ningún aficionado y a los toreros se les aparece Santa Jindama como por arte de magia. La corrida fue variable de hechuras pero muy seria, a excepción del primero, astillano y con poco pitón, alejado de los gustos de la plaza. Encastados en varas, la corrida quiso caballos en todo momento, pero la terna, a excepción de Iván García, no anduvo por la labor de lucirlos como merecían. Para la muleta destacaron primero, tercero y cuarto; los demás muy a menos por diferentes motivos que explicaré a continuación.
  Presidió el festejo Matías, el usía de Bilbao, que dio la nota sacando el pañuelo azul cuando los caballos de tiro se disponían a arrastrar al cuarto. Este toro tomó tres varas en bravucón, mentirosillo, por ello nos pareció un premio excesivo.
 
  La terna. Iván García, torero muy castigado por los toros, buen capotero y lidiador. Le correspondió el mejor lote y para lo poco o nada que torea cumplió bien.
  Manuel Escribano anduvo entre perdido y ausente a la hora de lidiar los toros como corresponde en esta plaza. Bullidor y variado en banderillas. Con pocas posibilidades en la muleta y acertado con el estoque de matar. No nos cautiva, la tarde sevillana con los Miura más bien parece un espejismo realzado por las generosidad de sus paisanos, lo dice uno que estuvo en la plaza aquel día.
  Aguilar estuvo inteligente con la muleta y valiente con la espada. En la lidia suspendió notoriamente al igual que en quites, pues no estuvo donde había que estar cuando fue necesario librar al jaco y al picador de la furia de la res.
 
 


    El primero, con buen remate y en carnes, aunque fue a menos bajo el peto acudió con prontitud y sólo tenía vista para la caballería. Con poco poder y nobilísimo para la muleta cual torero de las figuras, Iván García templó bien por la diestra, prolongó la faena en demasía, y mató de una buena estocada tras un pinchazo. El toro aplaudido en el arrastre y ovación con saludos para el matador.



 

 
  Después vino Camarito, nombre que trae muy buenos recuerdos. Negro, con generosas defensas, coliblanco y calcetero de patas. Con poco esqueleto, chico pero serio, muy en Ibán; hizo una gran pelea en varas, arrancándose con prontitud hasta en tres ocasiones, las dos primeras sin ser fijado por Escribano y la última de ellas casi en la otra punta del coqueto ruedo oval, puesto en suerte por Alberto Aguilar. Rehabi no midió y fue sangrado en demasía. Galopó en banderillas y en la muleta se apagó, dando escasas posibilidades al diestro andaluz.
 
 
 
  

 
  El primero del lote de Aguilar fue un toro de arboladura espectacular y aunque empezara protestando en el primer envite, se creció y acabó derribando al picador, y al jaco después, zancadilleado por el cuerpo del varilarguero, sin que nadie acertara a echar un capote a la testa del morlaco evitando un peligro mayor. Esperó mucho en banderillas, cumpliendo bien el peonaje de Aguilar, especialmente Rafael González. Aguilar citó desde la distancia en las primeras series, sacando dos buenas tandas de derechazos, templadas y mandonas. Pinchó y dejó una entera saliendo por el rabo que le valió para cortar una oreja. El toro fue ovacionado.
 
 


 
 Quita-Miedos se apodaba el cuarto, burel con mucha caja, acochinado y cerca de cumplir los seis años. Salió apagado del primer encuentro con el aleluya, después acudió presto, andando, y en el tercer puyazo se lo pensó mucho, arrancándose una vez que el picador se fue donde estaban los toreros con los capotes. Hizo fenomenalmente la suerte Joaquín Sevillano Marcos, deteniendo las acometidas sin recargar, recibiendo por ello al premio al mejor tercio de varas de la tarde, merced, todo hay que decirlo, a la generosidad de Iván García, cosa que no tuvieron sus compañeros de terna con sus respectivos oponentes.
  En banderillas se vino arriba y en la muleta quedó codicioso, con cierto gazapeo. Iván García estuvo aseado y firmó una faena intermitente, dejando algunos naturales buenos. Lo finiquitó de un bajonazo y el resto de la historia ya la conocen, Matías, el de Bilbao, sacó el pañuelo azul sin que se percibiera petición desde los tendidos. Iván García salió a saludar.
 
 
 
 

  Marisma fue un toro con toda la barba, tremendamente serio. A algunos nos recordó en apariencia al mítico Rachido. Acometío con alegría al caballo hasta en tres ocasiones, haciendo buena pelea y saliendo codicioso de todas ellas, recibiendo un severo castigo. En banderillas galopó y puso mucha emoción persiguiendo a Escribano constantemente. Por momentos creímos que Matías, esta vez sí, iba a estar obligado a conceder la vuelta al ruedo por demanda popular, pero el toro se desinfló en la muleta demasiado pronto, probablemente acusando el tremendo castigo recibido. Ahí quedaron esos dos primeros tercios llenos de emoción. 
 


  
 
 Cerró el encierro Promesa, otro toro de irreprochable presencia. Se llevó dos puyazos excesivos con carioca incluida ante la pasividad de Alberto Aguilar, prevenido por los dos ejemplares anteriores. Esperó en banderillas, poniendo la gaita por las nubes. En la muleta fue un marmolillo y después de un mete-saca, Aguilar dejó media en la cruz de efecto fulminante.

Céret de Toros. Cuadri

  El sábado, en la jornada vespertina, vimos una corrida de toros de Hijos de don Celestino Cuadri con algunos ejemplares monumentales, de ovación en cualquier plaza de primerísima categoría, como los sorteados en primer, cuarto, quinto y sexto lugar. De escaso juego, mansos en varas, con la fuerza justa y descastados en la muleta. Salvaron el honor de la divisa el quinto, Pantanoso, que dio muchas opciones en redondo, y sexto, único del encierro que soportó tres puyazos y embistió con pujanza por ambos lados: Goyesco.
  Los toreros. No cabe duda que no tuvo el mejor lote, no obstante, por mucho que me duela, hay que decir que da pena ver el estado de Uceda Leal en los últimos tiempos: inhibido, taciturno, sin recursos, medroso y superado por sus oponentes. Y es que nada queda del torero de corte clásico, puro, poderoso y excelente matador que no hace mucho conocíamos. Ha llegado el momento de pararse a recapacitar.
  Robleño sin embargo es el ídolo local, máxima autoridad en Céret. Por la mañana fue homenajeado, descubriéndose una placa en la fachada del coso en recuerdo a la gesta -esta sí, de verdadero mérito- de matar seis pavorosos ejemplares de Escolar con total solvencia, dominando a todos ellos y en algún caso toreando como el mejor de los toreros de arte. Por la tarde y más aún con los escolares en la jornada dominical, no dejó en mal lugar a sus partidarios, es decir, a todos los aficionados ceretanos, por mucho que algún aficionado iconoclasta todavía niegue la mayor. Falló a espadas pero dio una gran tarde de toros. 
  Joselillo, para pulir sus cualidades y hacerse con un hueco en el escalafón necesita torear más, máxime con el ganado al que se enfrenta. Matar toros de verdad y quedar bien con la afición es tarea harto complicada si sólo se torean cinco tardes por temporada, como es el caso del torero castellano.
 

  Fernando Robleño, héroe local, agasajado al romper el paseillo.
 




  No tuvo posibilidad alguna Uceda Leal con este Misterioso, ni por la vía de la épica, y menos aún por la de la estética. Bien toreado a caballo por Pedro Iturralde, se desentendió de la pelea en varas. Y bien lidiado por Juan Manuel Molina, llegó al tercio de muleta flojo y muy quedado, tanto es así que se echó a principio de faena. Poco que hacer con él. Uceda Leal se lo quitó de en medio de una gran estocada, no merecía tanto.



 

   El segundo, de nombre Mandadero, fue recibido por Robleño con un gran toreo de capa, consiguiendo parar al animal, cosa de mucho mérito en un ruedo tan pequeño. Le permitió gustarse con la franela toreando de uno en uno, tratándolo con mucho temple. La bravura del bicho no daba para más, como ya adelantó en varas, esperando a que el piquero le provocara a corta distancia, nunca tuvo ansia de repetir las embestidas. Dos pinchazos y un bajonazo estropearon su labor, dejando al público disgustado. 





Aquí vemos a Formal, el primero del lote de Joselillo. Rajado en varas, perdió las manos más de una vez a lo largo de la lidia y fue noble y humillador para la muleta. Joselillo empezó bien pero al final emborronó todo pasándose de faena y dando un mitin con la espada. Toro mediano, con posibilidades en la muleta.



 
  Salero, el cinqueño jugado en cuarto turno era un pavo. Cangrejeó en el caballo y fue pésimamente lidiado por los peones. Orientado y con la cara alta en la muleta, Uceda Leal no tuvo ninguna intención de someterlo y pasó un quinario para conseguir tumbar a tan imponente animal.





  Pantanoso, a pesar de su tremendo volumen y de las bastas hechuras del toro de Cuadri, fue un toro de bella lámina. Además, un buen toro, gracias, todo hay que decirlo, al coleta que le tocó en suerte. En varas completó una pelea regular, siendo bien tratado por la cuadrilla, tuvo un comportamiento franco en la muleta, con poco recorrido. Robleño lo fue haciendo poco a poco hasta lograr dos tandas de derechazos desmayados que caldearon el ambiente. La naturalidad, la altanería del torero pasándose ese tren de mercancías producían una maravillosa estampa; carteles de toros. Nuevamente se estropeó todo a espadas y Robleño no consiguió rematar la faena como se merecía.




  El toro de la tarde fue Goyesco. Tito Sandoval le dio tres varas midiendo el castigo. A la muerte llegó con pies, embistiendo con brío por ambos pitones, mejor por el lado natural. Joselillo realizó una faena acelerada y movida, soportando las acometidas de Goyesco como buenamente podía, desconociendo adónde quería llegar, al menos, esa fue la sensación que transmitió. Pinchazo y estocada de la que salió volteado, aparentemente sin lesiones graves. Dio una vuelta al ruedo, en compensación al esfuerzo puesto en liza.

martes, 16 de julio de 2013

Céret de Toros. La novillada

  Comenzó la esperada feria ceretana con una novillada de Hubert Yonnet, procedencia Pinto Barreiros según rezaban los carteles. Dando un juego más que interesante en el caballo, recibieron un total de 16 puyazos, primando la fijeza y la prontitud en la arrancada por encima de las peleas bajo el peto. Los tres primeros complicados, ofrecieron embestidas cortas, desarrollando sentido en algunos casos, el resto boyantes, humilladores, destacando el jugado en cuarto lugar, con poderío y muy completo en los tres tercios.
 Las hechuras de los utreros nada tuvieron que ver con el animal que uno habría de esperar por la conformación de las sangres Gamero Cívico - Santa Coloma - Conde de la Corte que vinieron a formar la ganadería de Pinto Barreiros, pues vimos en su mayoría animales zancudos, altos de cruz, de poca caja y estrechos; salvo el gran novillo que hizo cuarto, más bajo que sus hermanos y hondo.

  De la terna, quedo mal Jesús Fernández, muy mal Cayetano Ortiz y Vicente Soler dejó una grata impresión por capacidad y disposición.

  Primer despeje de plaza en Céret de Toros 2013, aficionados nativos y muchos más, desde todos los rincones del mundo, esperaban ansiosos este momento.




  
  Rompió plaza Maestro, un novillo notable que fue alegre al jaco en tres ocasiones, yendo a más y acudiendo con prontitud al cite de Pedro Iturralde, que a la postre y con toda justicia recibió el premio al mejor picador de la novillada. Toreó con alegría, de frente, sujetando bien las acometidas del bicho.
  Por el pitón izquierdo se intuyeron muchos problemas, Jesús Fernández no lo quiso ver por ahí, basando todo el trasteo de muleta en el pitón derecho. Muletazos cortos y mucho movimiento del espada, finiquitando con una estocada caída.




  Cayetano Ortiz lidiando al segundo bis de la tarde, un novillo terciado y blando. Por ambos pitones tuvo un viaje corto a media altura, insistiendo el novillero en redondo sin obtener lucimiento alguno. Mató mal, marchándose de la suerte.

 



  Vicente Soler entró por la vía de la sustitución, en lugar de Luis Miguel Castrillón, y fue quien dejó mejor impresión. Tres puyazos acudiendo con alegría a los pencos tomó Escaludo, quedando tobillero para el tercio de muerte. Soler peleó bien con él, siempre bien colocado, sacó algunos redondos de mucho mérito. Mató de estocada honda caída.





 

  La salida de Galapian y momentos correspondientes al primer, segundo y tercer puyazo. Se aprecia la diferencia de morfología respecto a sus hermanos, más bajo de cruz, más hondo, capacho. Se observa también el poderío del novillo, que acudió pronto a la llamada de Óscar Bernal, creciéndose en el castigo vigorosamente. Jesús Fernández toreó muy bien de capa, sin embargo, no estuvo a la altura de las francas embestidas de Galapían por ambos pitones, sacando solo algún muletazo fugaz. Ejemplar sobresaliente, fue arrastrado bajo una fuerte ovación.




  Mala imagen de Cayetano Ortiz con el segundo de su lote, perdiendo pasos constantemente, se vio superado por las nobles y templadas embestidas del novillo. Recibió tres puyazos de mala manera a cargo de Ignacio Duarte. Silencio para el coleta, aplausos para el de Yonnet.





  Dos puyazos blandeando recibió Segur para cerrar la novillada. Soler banderilleó animoso pero con poco dominio de las suertes y escaso poderío, hubo de tomar el olivo en más de una ocasión. Nuevamente mostró mucha voluntad con la franela y a la hora de matar, después de un pinchazo, fue volteado dejando una entera en buen sitio. El presidente, incomprensiblemente, denegó la oreja pedida por la mayoría, recibiendo una buena bronca. Soler hubo de dar dos vueltas al ruedo demandadas por la afición.

viernes, 5 de julio de 2013

200/10 Ganador

Nuevo macho reproductor en la terrorífica ganadería de Núñez del Cuvillo, el propio ganadero ha publicitado este vídeo. 
Atento cuando, de aquí a un par de años, empieces a ver ejemplares salineros de Cuvillo, o colorados salpicaos; bravos en el caballo no serán, salvo milagro, pero circulares, te vas a hinchar.
¿Bravura? Pues no lo sé, esto es algo subjetivo. Sólo hay dos puyazos y veo síntomas evidentes de mansedumbre, como el buscar las vueltas del caballo en el primer encuentro y las excusas y el rehuir la pelea en el segundo. Se oye una voz preguntando si hay un tercer puyazo, sin embargo Talavante lo ve claro: "yo creo que toreamos ya". Detalle trivial, ya sabíamos quién manda en esa casa.
¿Nobleza? Si Luis Fernández Salcedo decía que la nobleza es el azúcar en el café de la bravura, en este caso los terrones rebosan el vaso. Empalaga a la vista.
Volumen a tope y ¡a disfrutar!