viernes, 12 de octubre de 2012

Lidia y toreo

Se lidia cuando, con eficacia al desnudo -desvestida de belleza-, se prepara al toro para la muerte. Aunque con ello no se luzca el lidiador. (Es el caso de Joselito, triturando a los toros con su muleta implacable. Es el caso del espada que se enfrenta al toro con el que el toreo no resulta posible).
Se lidia cuando, también con eficacia sin vestir, se prepara al toro para el toreo.
Se lidia cuando, haciendo el toreo, se ahorma al toro y, con ello, se prepara un toreo mejor.

Son los tres escalones fundamentales que nos ofrece la lidia. Son lidia los tres. Por eso...

Deducción trascendente:

 No hay toro que no pueda recibir la lidia adecuada. (Todos los toros tienen lidia; su lidia).
Hay toros a los que no se les puede torear. (No todos los toros tienen toreo).
Lidia y toreo son -remacho- dos conceptos distintos. Pero básicos los dos. Y que, además -en puridad-, se necesitan recíprocamente. Y se complementan.

Luis Bollaín; El Toreo



Ejemplo del escalón número dos que plantea Bollaín:
 29 de mayo de 2007. Rafaelillo se dobla con Botero II, de 612 kilos, perteneciente a la ganadería de Doña Dolores Aguirre. Toro poderoso que galopó en todos los tercios, de incansable y temperamental  embestida. Rafaelillo se dobla, lidia para hacer posteriormente una faena de emocionante toreo que pasó a la historia de la plaza, ganándose la admiración de muchos aficionados que hoy todavía perdura.



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