martes, 24 de abril de 2012

Buscavidas, un novillo hambriento de don Nazario Carriquiri


  Lunes, 26 de febrero de 1883, reseña de la novillada del día anterior por el diario La Iberia:

"El cuarto ha hecho una cosa que no se ha visto hacer nunca en la plaza a toro alguno, comerse la gorra del monosabio".



  Así lo cuenta Boletín de Loterias y Toros:

"Un monosabio tiró la borra para alegrar al toro; éste se la metió en la boca, y a pesar de los esfuerzos que hizo, no logró tragársela".



  Luis Fernández Salcedo, capítulo acerca de Don Nazario Carriquiri en el libro "Trece ganaderos románticos":

"De este toro se cuenta que al tirarle un monosabio la gorrilla, la olió y se la comió de un bocado, de furioso que estaba".


  Entre unos y otros no se aclaran si la gorra la engulló o no, ni antes ni ahora hubo unanimidad en la crítica, pero el sorprendente ademán del novillo de don Nazario ahí está, la anécdota es notoria, de eso no hay duda.

  Toros navarros, casta singular de reses bravas que tuvo su esplendor hasta mediados del siglo XIX. Los toreros los evitaban, pues no se prestaban para el toreo de engaños que ya se imponía, pero también el público los rechazó tachándolos de "monas" por su tamaño recortado. Aunque hoy resulte difícil de concebir, la crítica fue baluarte de estos "torillos navarros" y defendieron su bravura.
   Pero la Casta Navarra se mantiene hasta nuestros días y en Dominguillos seguiremos hablando en abundancia de estos magníficos toros...

lunes, 23 de abril de 2012

Monte la Ermita

Hombre al agua
 

  Con tiempo variable y escaso público en los tendidos se ha verificado el quinto festejo de la temporada madrileña. En principio, se anunciaba novillada de Guadalmena, siendo rechazados tres ejemplares, por lo que se decidió desestimar el encierro en favor de la ganadería de Monte la Ermita, lidiada completa en la tarde de hoy con resultado aceptable. En presencia, se ha visto un encierro de jóvenes utreros, achaparrados y pobres defensas; por ello no se logra entender cómo eran entonces las reses de Guadalmena y por qué la anunciaron oficialmente en los carteles si la empresa cuenta con un consejo de sabios que examina el género en el campo anticipadamente. En fin, centrémonos en lo acontecido y dejemos los misterios taurinos a un lado.



Albertó Durán parando al novillo de salida

  El primero es chico, con buen remate y poca leña. Un encontronazo después de partirse el palo y una caricia recibió Mensajero en el caballo, que así se llamaba el animalito. Su condición era de manso, rozaba la invalidez y metía bien la cara por los dos pitones. Barberán estuvo mal, aburriendo a los presentes con tan excesiva insistencia, sin acople y con algún desarme. Dio un mitin con la espada y finiquitó al bicho de una casi entera en buen sitio.

  Borracho sale con más brío que su hermano, rematando en los burladeros. También es más largo, de pelo negro y astillano de pitones. En el primer envite empuja a media altura y en el segundo aminora, perdiendo codicia. Hay competencia en quites entre Durán y Cerro. Con la franela hizo Durán buena faena y dejó complacido al personal, dando algún natural bueno y unos ayudados por alto muy toreros. Termina con una estocada delantera casi entera que requiere el remate del descabello, con el que Durán anduvo desafortunado toda la tarde y marró varias veces. Novillo noble y voluntarioso que fue exprimido en quites y se apagó rápido.


Antes de rajarse, así iban los novillos al primer encuentro. Buena vara de Pedro Iturralde con el segundo de la tarde


  Poca leña trae el tercero, Misterio, un animal muy bajo de hechuras con un comportamiento notable. Dos puyazos traseros recibió haciendo buena pelea, llevando el caballo hasta el tercio en el primero y recargando en el segundo encuentro. Embistió con empuje por el derecho y se descomponía con el izquierdo. Cerro nunca estuvo a la altura, alargó la faena tirando de recursos populistas y dejó una estocada a traición tras mil y un pinchazos. Estuvo desacertado con los aceros toda la tarde.



Al natural con el segundo ¿Qué le echarán a la arena del coso que tanto gusta a los novillos?

 
  No entramos a valorar la labor de Barberán con la babosa que hizo cuarto lugar, un castaño llamado Lengüilargo, aunque censuramos que dilatara tanto la faena ante un novillo con el que poco beneficio se podía obtener. Saludó Víctor Nieto por dos buenos pares.


  El quinto es negro, gacho de cuerna, rajado desde salida y no recibe apenas castigo por su condición de huidizo. Durán levantó pasión entre los aficionados merced a los muletazos mandones que dibujó por el derecho, bajando mucho la muleta. Estuvo muy decidido toda la tarde, clásico, regalando al público numerosos adornos muleteros de bello trazo. El novillo se dio por vencido y buscaba el abrigo de las tablas, Durán pincha en suerte natural y, finalmente deja una arriba perpendicular, al abrigo de toriles, en suerte contraria. Marra con el descabello nuevamente.
  Alberto Durán confirmó las sensaciones que mostró en la novillada de Juan Antonio Ruiz y deseamos que continúe en esta línea ascendente, trabajando la suerte más determinante, puede dar muchas alegrías. Si mantiene el mismo corte tenemos torero.


  Rafael Cerro estuvo desconfiado y medroso con el último del encierro, un colorado chorreado bien puesto de cara. Rajado en varas, recibió dos puyazos paletilleros después de varios intentos, quedando patente su condición de manso. El viento molestó al novillero en la muleta, que no quiso hacer frente al comportamiento duro y exigente que desarrolló el novillo en el último tercio.


El sexto tuvo cierto poder, llamado Cordobón

  
   La novillada tuvo buenas hechuras, los tres primeros chicos y los siguientes de más presencia. Trajo poca leña y fue mansa en varas. Quedó noble en la muleta y destacaron las embestidas de segundo, tercero, quinto y quizá sexto aunque quedó inédito. 


Alberto Durán; buen torero, mal espadachín.



Nota: Fotografías cortesía del gran aficionado @txopopastor


jueves, 19 de abril de 2012

La masacre del campo bravo

 Es habitual encontrar artículos o aficionados con un razonamiento muy simple por el cual el sector torista de la plaza de Madrid es el único culpable de todos los males en lo que a perdida de encastes se refiere. Se dice que, ignotizado por ciertos críticos taurinos, las demandas de toro grande y cornalón han propiciado un efecto de autodestrucción. El último caso en el blog Bravura y nobleza
  Reducir la preocupante perdida o marginación de encastes a una afirmación tan simple no se ajusta con lo sucedido, es una afirmación simple, falaz e injusta. El aficionado cabal debe buscar los porqués más allá de cuatro señores con un pañuelo verde, hay un trasfondo mucho más complejo, una historia y una evolución. Son muchas y variadas razones, la crisis de los encastes es un problema que se viene gestando desde hace muchos años.
  Adelante, pasen y lean.

 


   Madrid plaza torista
   Hay que subrayar que Madrid históricamente es plaza torista, no se trata de una corriente moderna ni mucho menos, antaño fue tierra de toros, y todas las provincias que la rodean también lo fueron. En otros tiempos era costumbre que las ganaderías de diferentes regiones de España compitieran entre sí en la Villa y Corte; y es que antes que cualquier torero, la afición de Madrid tomó partido por los toros.

Toros de Castilla y toros de Navarra, a triunfar en buena lid



  Benjumeas al matadero
  Joselito ya marcó la tendencia a seguir, que aun siendo uno de los toreros más portentosos e inteligentes que ha dado la Tauromaquia, el ganado que más estoqueó fue el de Murube-Carmen de Federico, con 131 reses en total. Joselito, que no rehúye cualquier tipo de ganado en plazas de máxima exigencia, se decanta por el tronco Vistahermosa. En aquel tiempo, los toros navarros y jijones ya son muy escasos. 

Un toro de antes de la Guerra, rama Vistahermosa. De aquí vendrán la inmensa mayoría


  La Guerra y sus consecuencias
  Nunca en la historia de la Tauromaquia salió por toriles un animal tan birrioso como en los años de posguerra, la situación era muy precaria y había que aceptarlo, no había un pan que echarse a la boca así que tampoco se podía pedir animales lustrosos en la plaza. Además, en la mayoría de ocasiones se lidiaban utreros y, para más inri, la Guerra hizo perecer muchas ganaderías que proporcionaron sustento alimenticio, otras tuvieron la mala fortuna de encontrarse en zonas de combate. Hay que tener presente esta etapa para entender todo lo que vino después.


  El Monstruo, apogeo de figuras y triunfalismo
  Manolete es otro puntal, su toreo de engaños y faenas largas requiere un toro de mucha nobleza para que aguante faenas largas, por supuesto, tiene que ser bravo y embestir. Los ganaderos buscan ese toro y muchos lo encuentran, posteriormente, en los cincuenta y los sesenta, hay un ramillete muy amplio de hierros que embisten y son bravos, de multitud de encastes, solo que en la mayoría de los casos no cumplen los cuatro años. Los sesenta y principios de los setenta (hasta el rabo de Palomo Linares en el año 72) es el periodo de mayor triunfalismo en Las Ventas, animales bravos y un elenco de figuras como nunca ha habido en la historia que hacen frente a toros de variados encastes.


    ¿Niño o adulto?
  Afición, medios de comunicación y algunos profesionales (don Antonio Bienvenida o Victorino Martín) ejercen una fuerte presión denunciando el afeitado de los toros, con Manolete y El Cordobés como cabezas de turco. Por otra parte, la edad y el nulo o escasísimo remate de las reses será otro motivo de queja muy importante. Fruto de ello, la Administración (Ministerio de la Gobernación en aquel tiempo) toma cartas en el asunto, a partir del año 69 se controla la edad de las reses a través de los libros de ganadería y los erales deberán ser herrados con el año ganadero que corresponda. De un vistazo, los aficionados podrán saber la edad del toro. A partir de entonces, muchos hierros dejan de embestir con tanta alegría, se lidian toros con un año y cien kilos más, hace falta más casta para compensar tanta nobleza. Diferentes castas se verán muy perjudicadas por ello. Da comienzo la era de los sobreros.


  Sonrisa de oro
  Victorino Martín se presenta en Madrid en el año 68 con un encierro que toma la friolera de 24 puyazos, es la sensación de los aficionados, el ganadero de Galapagar representa el toro íntegro, de edad, casta y trapío que tanto demandaron los aficionados. Con Victorino surge lo que se denominó, a veces con sorna, como "torero legionario", que se dedica a ganaderías de este tipo. Las figuras siguen matando de todo, pero ahora con menos frecuencia o para hacer una "gesta", parece que con un año más y en puntas ya no hace tanta gracia la variedad de encastes. La variedad de encastes va quedando cada vez más reducida a los "toreros expertos".
 
Capitán, de Hernández Plá, se crece en varas el 15 de mayo de 1979, uno de los toros más bravos que se han visto en Las Ventas. El encaste Santa Coloma, que dicen chico (no estoy convencido de ello), siempre ha sido querido y mimado por la afición madrileña

 
  Choperas, choperitas, choperones
   A principios de los ochenta se hacen con la plaza capitalina los hermanos Jesús y Manolo Chopera, tras unos años lamentables con Diodoro Canorea primero y Martín Berrocal después. Manolo Chopera será la cabeza visible, un empresario que ya quisieramos ahora los aficionados, de tres mil abonados se pasó a dieciocho mil que la Comunidad tuvo que poner como tope. Pero también hay cosas negativas, los anteriores gerentes no dieron con la tecla sobre el manido "toro de Madrid", se sucedieron numerosos escándalos. Chopera tenía la solución: los veterinarios imponen en los corrales unas exigencias sin parangón, por los toriles de Las Ventas sale un mastodonte con cuernos que unas veces funciona y otras rueda por la arena.
  San Isidro se convierte en una maratón en la que Chopera incluye, como novedad, la semana torista, con hierros cuyos propietarios buscan casta como ingrediente principal. El resto del ciclo, perdón, el 90% del ciclo, lo copan ganaderías del tronco Domecq, con hierros cuyos propietarios buscan un toro que se adapte al toreo que esté de moda.
  La variedad de encastes queda reducida a la semana torista de San Isidro y el tórrido verano madrileño.

  El ladrillo
   Así hasta llegar a nuestros días, pero "endegenerando".  La moda del empresario acaudalado venido a ganadero ha hecho mucho daño, los habrá buenos y los habrá malos, pero la inmensa mayoría ha adquirido una punta de ganado del encaste dominante, muy pocos se han atrevido con los minoritarios. Las vacadas se multiplican con reses del tronco Parladé - Juan Pedro Domecq.
 

  La gran mentira
  Si se analizan los encastes uno por uno, realmente sólo hay dos damnificados: Contreras y Coquilla. Objetivamente y muy a mi pesar, estas sangres no son aceptadas a partir del año 73 en que aparece el toro cuatreño sin lugar a dudas, son toros chicos. Te invito, querido lector, a repasar el resto de sangres del campo bravo, verás que todas tienen un trapío y una conformación que el público de Madrid acepta sin necesidad de protesta.
  Cada encaste tuvo su rumbo y su particulares derroteros que darían para numerosas entradas. Minoría eterna que siempre fue; rechazo de los toreros; crisis de casta; saneamientos que aniquilan...

Los antiguos decían: "toros de Hidalgo Barquero, que nos devuelvan el dinero"; este encaste siempre fue blando, propenso a las caídas. Vemos un ejemplar de Jodar y Ruchena en los corrales del Batán.

 
  Esplá, cómo te añoramos
  No sé dónde ubicar la crisis de toreros largos, dominadores y conocedores de todo tipo de toros, en comparación con ese otro tipo de coletas que practican un toreo más uniforme, obviando el comportamiento del animal. Puede ser que en realidad, a lo largo de la historia, los toreros dominadores siempre han escaseado. Este asunto, a mi modo de ver, es vital para la buena salud de los encastes ganaderos. Nada mejor que visitar esta fabulosa entrada de José Morente para refrescar la cuestión que planteo.

  Fin
  Llegados a este punto, sostengo, con toda rotundidad, que los llamados críticos derrotistas y los beligerantes aficionados madrileños no son el único motivo de la preocupante situación vigente. Si se estudian las Castas perjudicadas una por una veremos que no es así.

domingo, 15 de abril de 2012

Juan Antonio Ruiz

El quinto de la tarde, Rompeluna y lo que hiciera falta.


  Tarde fría, desapacible y ventosa en Las Ventas. Con cuatro gatos en los tendidos, tres aficionados y varios miembros de la claqué, se ha lidiado completa la novillada anunciada, de Juan Antonio Ruiz "Espartaco", según nos cuentan procedencia Los Guateles. Salvo segundo y tercero que fueron menos ofensivos y de menos presencia, el resto fueron buenos mozos. No ha hecho falta "cuidar" el encierro en la caballería, cosa que destacamos positivamente. Al romper el paseíllo se ovacionó a Conchi Ríos, petrificada, no hizo el mínimo gesto de agradecimiento, mala educación taurina la suya.

  El primero cumplió en el caballo en dos buenas varas, era negro y de buena alzada. Desarrolló buen tranco para torear en redondo según cánones actuales. Alberto Durán torea mucho mejor con la izquierda que con la diestra, como se vio en la tanda final, de muleta rastrera y mandona. Una estocada ida fue más que suficiente. Parte de los presentes agradeció su labor con palmas, a lo que el espada ni se inmutó.
  El cuarto tuvo una embestida franca y humillada, colorado, ojo de perdiz y bien puesto de cara. La primera vara fue muy larga y en la segunda se arrancó con alegría a la cabalgadura de Pedro Iturralde.  Alberto Durán estuvo bien, sin ahogarlo, hubo algunos muletazos con mando por ambas manos y si lo mata quién sabe si hubiera tocado pelo. Saludó el novillero tras el arrastre del novillo, despedido con ovación. El espada deja buena sensación.

   Raúl Rivera fue superado por sus dos oponentes; el segundo, negrito, capacho y ensillao, era bronco. El coleta no se impone, torea para los tendidos y lo hemos visto excesivamente bullidor. El quinto era un manso que desarrolló casta; serio, largo y de capa negra. Raúl Rivera se pegó unas buenas carreras por el ruedo y ni por asomo le bajó los humos al bicho, que acabó con la gaita por las nubes. Dejó una media al cuarteo y escuchó dos avisos mientras el novillo  paseaba su casta por el redondel. Pareó los dos ejemplares, solvente, aunque con un embroque ciertamente mejorable.

  Conchi Ríos ha tenido una mala tarde, ausente y medrosa, ha sido incapaz de parar los novillos con la capa y, presa del tío jindama, huyó a la carrera en los dos inicios. El feo castaño que hizo tercero, tuvo pocas posibilidades, en la segunda tanda echó el freno de mano y quedó aplomado. El sexto era un tío, negro y cornidelantero. Recibió dos soberanos puyazos mientras Conchi Ríos miraba para otro lado, el intento de asesinato no fue suficiente pues el toro quedó muy vivo para la muleta. El viento arreció mientras Conchi Ríos daba paseos sin sentido pensando qué hacer con el bicho, empeñada en torear en redondo a un animal que quizás, y dada la climatología, requería otras cosas, como un toreo de dominio y castigo. Afortunadamente dio muerte al bicho, y es que había muchos que auguraban los tres avisos.


Nota añadida:
La entrada son sólo cuatro pinceladas que orientan sobre el festejo, hay muchas cosas que no se han citado.
La novillada en conjunto ha sido buena, hubo un poco de todo, y lo mejor, más o menos mansos, bravos o no bravos, la sensación general es que hubo casta y los animales tenían ganas de embestir. Aún hubiera lucido más sin el condicionante del viento. Total, una maravilla si miramos precedentes como la mermelada de Carmen Segovia, las estatuas de Jandilla y los borricotes de Pereda. 
De momento el mejor encierro en lo que va de año y el animal más sobresaliente: Atractivo, el galán jugado en cuarto lugar.

martes, 10 de abril de 2012

Joaquín Vidal



 En el libro "Los toros en Madrid", encuentro este texto sobre temas tan candentes que se tratan a diario; Madrid, su afición, los taurinos y el trapío. Joaquín Vidal en estado puro: 

  La llamada "era Chopera" ha sido determinante para el desarrollo de la fiesta de toros en Madrid. También ha sido contradictoria. Chopera recuperó para Las Ventas la solvencia que tuvo durante los años de gestión de Nueva Plaza de Toros de Madrid, S. A., y que había perdido durante las aventuras de Diodoro Canorea y Martín Berrocal. La primera temporada de Chopera puede considerarse una de las mejores que se hayan conocido en el coso (año 1982), satisfizo las exigencias primordiales de los aficionados -el toro; el toro sin reservas, con edad, fortaleza y trapío-, concertó una cuadra de caballos de picar que posibilitó el correcto desarrollo del fundamental tercio de varas, y además montó excelentes carteles de toreros, dentro del marco artístico en que se desenvolvía la Fiesta. De entre cuanto había, eligió lo mejor. Si esta tónica se hubiera mantenido durante los nueve años que Chopera tuvo a su cargo la gestión  de Las Ventas, la fiesta de toros habría visto definitivamente recuperada su autenticidad en Madrid, y no estaría ahora en la fase de aguda decadencia que atraviesa.

  Los años siguientes de la "era Chopera", sin embargo, no fueron tan maravillosos. Salía el toro de trapío, por lo general, pero solía ser ilidiable. Muchas veces a los toreros les era absolutamente imposible estar lucidos con esos toros. Los taurinos profesionales culpaban al público, aduciendo que imponía unas disparatadas exigencias en lo que se refiere al ganado: "Lo que quieren es que salgan elefantes con cuernos y que no se les pueda pegar ni un pase".  Los taurinos profesionales modernos no han sabido entender al público de Madrid, en el mejor de los casos, y con carácter general, parecen haberse puesto de acuerdo para utilizar argumentos capciosos en su contra. Es evidente que las exigencias de la afición de Madrid atentan contra sus intereses particularísimos, y los taurinos actúan en consecuencia. Su principal objetivo es echarlos de la plaza.

  El público de Madrid -queremos decir, los aficionados- tiene preferencia por el toro y lo exige. Entiéndase, el toro de lidia, encastado y con trapío. No el toro grande, sino serio, bien armado, bien hecho y con la envergadura correspondiente a su encaste. Ése es el toro que quiere. Naturalmente, si sale un toraco de 600 kilos arriba, no lo va a protestar (no es antirreglamentario, ni mucho menos), aunque si se trata de una amorfa masa de carne también lo protesta y entonces les sirve a los taurinos para reforzar sus acusaciones respecto a las exigencias de la afición madrileña.

  En cierta ocasión -corrían los años sesenta- saltó a la arena un toro para Palomo Linares que, según la tablilla, rebasaba los 600 kilos, y los aficionados lo protestaron con tremenda vehemencia. No era por el tamaño, obviamente, sino por su discutible trapío y, sobre todo, porque tenía aspecto de estar afeitado "hasta las orejas".

  Aquella misma noche ya aparecía determinado taurino en el Telediario de TVE -los taurinos siempre han tenido una facilidad sorprendente para introducirse en TVE cuando les conviene - invitado con el fin de que explicara a la audiencia lo sucedido aquella tarde en Las Ventas. Y lo sucedido, según su versión (en TVE se cuidaron muy mucho de que no pudiera oírse la contraria), lo relató más o menos así: "Los aficionados de un determinado sector de la plaza (entonces eran los de la andanada 8), orquestados por un conocido crítico taurino enemigo de Palomo Linares, habían protestado un toro de más de 600 kilos, pues lo que pretenden es que salgan elefantes con cuernos para que no puedan triunfar los toreros". Semejante interpretación de los hechos era una grosera manipulación de la realidad, por supuesto, pero los taurinos la consideraron genial y han venido utilizando ese argumento hasta nuestros días.

  Joaquín Vidal.

 
***

                                           

 Y ahora, un ejemplo del que servidor guarda grato recuerdo:



 Guitarra II, nº 335, de la torada de Alcurrucén, procedencia Carlos Nuñez. 538 kilos en la tablilla, jugado en Las Ventas el 14 de mayo de 2010, el toro, nacido en mayo de 2006 tenía los 4 años recien cumplidos. Lidia y muerte para "El Cid".





  Un toro con el trapío que corresponde a su sangre, de lámina recortada, bajo, muy fino de cabos, algo ensillado y escurrido por detrás, sin embargo, no se escuchó ninguna protesta, al menos de forma notoria. El toro era de respeto, la otra forma que hay para referirse al trapío.




  Con cierta fiereza y poco voluntarioso el juego fue muy en Nuñez, a más y de mucha exigencia para el torero, que no pasó de discreto, ante la decepción de los concurrentes que, ilusionados ellos, esperaban la resurrección de "El Cid", la cual, aún hoy no se ha producido.

  Guitarra II fue despedido con palmas. Muy bien en esta ocasión el público de Madrid que supo entender perfectamente la procedencia del toro, admitiendo su trapío, a pesar de su escaso tamaño.

domingo, 8 de abril de 2012

Dominguillos


  Se presenta el blog Dominguillos, un lugar para tratar el asunto taurómaco, desde su glorioso pasado, el palpitante presente, e incluso su indescifrable y esperanzador futuro, con especial atención a la temporada de la plaza de toros de Madrid.

  Dominguillos, y por qué Dominguillos. No hay más razón que el arbitrio, puro capricho, sumado a la grata dicción del término y la relación simpática que guardan con un remoto pasado.

  ¿Qué eran entonces los dominguillos? Simplemente unos peleles, muñecos que se echaban a los toros para algarabía y distensión del público.


 "Dominguillos al toro", grabado extraído del Cossío. Lo curioso es que no hay toro, sino fiera, rodeada de otros participantes de las funciones taurinas que se celebraban allá por el siglo XVII y parte del XVIII, como pueden ser el toreador de a pie, los perros y el protagonista más destacado, el caballero.
 
 
  Hay que hacer distinción, y es que los dominguillos constituían una de las partes cómicas del espectáculo, puesto que su uso no entrañaba peligro y su razón, como hemos explicado, no era otra que la distracción de los asistentes. Para mayor fiesta, en ocasiones se usaban personajes populares, gobernantes o miembros de la corona.



 Enmanuel de Witz, "Un toro embiste a los dominguillos". Del libro Luces sobre una época oscura -el toreo a pie en el siglo XVII- escrito por Gonzalo Santoja.

  Sorprende la semejanza que guardaban los dominguillos con la prueba de bravura que hacían los ganaderos de aquel tiempo, la tienta con cesta, uno de los primeros métodos, sino el primero, usado para calibrar la bravura de las reses a tenor de la acometividad por la canasta de mimbre. Sospechamos que los dominguillos eran la puesta en escena, con toda pomposidad, de la tienta que previamente se hacía en el campo.