sábado, 6 de junio de 2015

Seis victorinos para El Cid, ni el uno ni el otro

  Albergamos esperanzas viendo la disposición de Manuel Jesús, El Cid, con el primer burel de la tarde, animal mediano, tanto de presencia como de juego, al que le sopló dos naturales profundos y mandones que nos recordaron la mejor versión del torero de Salteras, la del otrora Capitán General de Madrid. Sin embargo al coger su particular Tizona, que desgraciadamente siempre destacó por roma y fallida en los momentos más decisivos, le asestó al cárdeno un metesaca en los bajos mortífero de necesidad. Murrieto caía víctima de tan indecoroso espadazo igual que lo hacía la tarde, pues ya no volveríamos a ver nada comparable con aquellos naturales en los que El Cid aguantó, mandó y templó. Era el primer capítulo de la corrida.

  Después del ejemplar comentado vino un cárdeno claro con pinta de novillo que se ceñía por ambos pitones e iba con la cara alta, pegajoso. Seguidamente uno de buen trapío, humillador, soso y con poca vida. El cuarto, avacado, se orientó a raíz de una lidia fatídica en la que Alcalareño y David Saugar, Pirri, fueron incapaces de dejar cuatro palos en la cerviz del toro. El quinto, un pavo y todo un regalito de aviesas intenciones, duro, ágil y seco. Y como guinda de tan amargo pastel, otro torazo, Mentorillo, muy vivo en los primeros tercios, en la pañosa va midiendo con la cara alta, ofreciendo apenas media arrancada.

   Con semejante encierro lo más que se puede hacer es estar por encima del modo más decoroso posible, ni eso. Ni Victorino, ni El Cid. No nos molesta el toro avieso de Victorino que pide los papeles, pero sí escama que no haya sido capaz de echar alguno de los que va haciendo surcos en la arena, el que planea, además que ahora la clásica alimaña resulta más rodillera que tobillera, preocupante. El Cid hace tiempo que dejo de ser Campeador, es evidente. Sin llegar a la derrota clara y meridiana, ha estado amontonado, espeso. Acosando en exceso a los toros, ahogándolos constantemente. Alguno dirá que podría haber hecho más con el tercero o que hay otra lidia con los toros orientados, además de las gestos para coger rápido la espada. Seguramente, aunque dudo que tal y como estaba el ánimo de la parroquia se hubiera aceptado de buena gana. Como nota positiva señalar que aguantó bien los embates de salida, pues más de un cárdeno salió incierto y con muchos pies.

Corretón, el más serio del encierro, lidiado en 5º lugar

  Gran parte de responsabilidad del juego de los bichos es imputable a las lidias administradas y los puyazos infames que han colocado los del castoreño, con la honorable excepción de Francisco María con el tercero y Tito Sandoval con el que cerró plaza, toreando, citando con los pechos del jaco, tirando el palo, le ha dado toda una lección a sus compañeros. El público de toros tiende a soliviantarse por lo trivial y pasar por alto lo que de verdad importa. Y es que los picadores deberían haber sido abroncados severamente por tan viles lanzadas y se han ido de rositas. Fíjense si ha sido gravoso que el primero llevaba un puyazo ¡en los ijares!

  A las 20:48 de la tarde caía el último toro. Manuel Jesús, El Cid, necesitó de un metesaca; media estocada en el rincón; un pinchazo y una estocada caída; una estocada pasada y dos descabellos; una corta desprendida y tres descabellos; una corta trasera y un descabello; para despachar la corrida de Victorino Martín con la que todos, por muy incrédulos que fueran, habían soñado con su mano izquierda. La que pudo ser y no fue. Gracias, torero.


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